La Mentira White

Por Walter T. Rea

1982



Introducción

Casi desde la primera vez que oí hablar de ella, al principio de mi adolescencia, me convertí en devoto de Ellen G. White y de sus escritos. Aprendí a escribir a máquina copiando porciones de su libro Messages to Young People [Mensajes para los Jóvenes]. En la escuela superior y en la universidad, a menudo iba de habitación en habitación en el dormitorio, reuniendo citas de Ellen White de los otros estudiantes para usarlas en mi preparación para convertirme en ministro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Fue por aquellos días que concebí la idea de preparar un comentario Adventista compilando, de los escritos de Ellen White, todas las declaraciones pertenecientes a cada libro de la Biblia, cada doctrina, y cada personaje bíblico.

Al comienzo de mi vida ministerial (que se inició en la parte central de California a finales de la década de 1940), compilé dos tomos de biografías bíblicas del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, incorporando en cada artículo las citas pertinentes encontradas en la obras de Ellen White. Algunas personas prominentes de la iglesia me estimularon en este proyecto, y pensaron que el Ellen G. White Estate podría publicar estas colecciones para que fueran usadas en el club de libros que la iglesia dirigía en esos días. Después de mucho tiempo y mucho intercambio de correspondencia, finalmente me di cuenta de que había sido ingenuo y que el White Estate no tenía la menor intención de colaborar de esta manera con nadie que pareciera estar invadiendo su terreno. De manera bien clara, me hicieron saber que ellos poseían esa "franquicia celestial" y que mirarían con malos ojos a cualquiera que pisara su territorio. 1

Sin embargo, y de manera independiente, publiqué dos tomos de biografías bíblicas, y un tercer tomo sobre Daniel y el Apocalipsis, todos basados en las obras de Ellen White. Pronto estos libros se vendieron en la mayoría de las librerías Adventistas, y fueron usados en muchas escuelas y universidades de Norte América.

Los del White Estate no se sintieron muy felices con todo esto, y llamaron la atención de mi unión regional y de los presidentes de conferencias locales sobre el tema. Después de algún tira y afloja, todos estuvieron de acuerdo en que los libros podían venderse si yo mantenía un perfil bajo, por cuanto de todos modos ellos no creían que mis libros serían aceptados a gran escala. Sin embargo, en años subsiguientes, se vendieron decenas de miles.

Mientras trabajaba en mi proyectado tomo cuatro (las citas de Ellen White sobre doctrinas bíblicas), por casualidad tropecé con algo interesante en Orlando, Florida, donde yo era pastor de la Kress Memorial Church, llamada así en honor de los doctores Daniel H. y Lauretta E. Kress, renombrados pioneros de la obra médica Adventista. La familia Kress me regaló un antiguo libro de Ellen White, Sketches from the Life of Paul, publicado en 1883, pero que nunca fue reimpreso. Cuando un día le mostré este libro a un miembro de iglesia , me dijo que el problema del libro era que se parecía dermasiado a otro que no había sido escrito por Ellen White, y que nunca había sido reimpreso a causa de la estrecha similitud entre los dos. Siendo de mente inquisitiva, hice un estudio comparativo y descubrí que algunas de las críticas parecían ser ciertas. 2

Más tarde, después de que fui trasladado a California, los miembros de la familia de Wellesley P. Magan, también de pioneros Adventistas establecidos, fueron miembros de mi congregación. A la muerte de la viuda del padre de Wellesley, Lillian E. Magan, me regalaron un libro de la biblioteca de la familia Magan - Elisha the Prophet [Eliseo el Profeta], escrito por Alfred Edersheim. 3. En la hoja de guarda aparecía la firma de Ellen White. Para entonces, debido a mi constante uso de los libros de Ellen White, me había familiarizado tanto con ellos, que en seguida reconocí la similitud de palabra y de pensamiento al examinar el libro de Edersheim.

Aún más tarde, mientras estudiaba en la Universidad del Sur de California para obtener el grado de Doctor en Filosofía, me sobresalté al tropezarme con una obra de siete tomos sobre la historia del Antiguo Testamento, escrita por el mismo Edersheim.  4. Esta vez encontré, en los tomos uno al cuatro, que los títulos y subtítulos de capítulo, y los encabezados de página de Edersheim, eran paralelos, y muchas veces casi idénticos, a los títulos de capítulo del libro Patriarchs and Prophets (1890) [Patriarcas y Profetas] de Ellen White. Tiempo y estudio mostraron que obviamente la Sra. White había obtenido ayuda liberal de estas obras adicionales de Edersheim. Una investigación ulterior revelaría que Edersheim había escrito también una historia del Nuevo Testamento sobre la vida de Cristo, y que en ésta también había similitudes adicionales con el libro Desire of Ages [El Deseado de Todas las Gentes] de la Sra. White. 5.

Aunque perturbadores, estos hallazgos no eran demasiado inquietantes para mí  en ese tiempo, porque el White Estate en Washington siempre parecía tener excusas para los "préstamos" de Ellen White. No fue sino hasta que Bruce Weaver, un joven seminarista en la Universidad Adventista de Andrews en Michigan, descubrió un archivo sin marcar conteniendo mi trabajo y mis comparaciones (material duplicado guardado en la biblioteca del White Estate) que las cosas comenzaron a adquirir el aspecto de un cuento de misterio. El White Estate acusó a Bruce de robar el material de la biblioteca, aunque él sólo lo había copiado y devuelto. Al final, Bruce fue despedido del seminario y del ministerio, pero no antes de que hubiese tomado parte significativa en el drama.

Lo que Bruce encontró en el archivo no fue sólo mi material y las críticas de él, sino también copias de algunas cartas internas del White Estate, escritas por Robert W. Olson y Arthur L. White, que revelaban la preocupación de estos hombres de la oficina de Washington acerca del descubrimiento, por parte de Bruce, del material que yo les había estado enviando como evidencia de que Ellen White había copiado material ajeno. Ambos hombres habían puesto por escrito sus sugerencias para manejar el problema Rea. Años subsiguientes revelaron que ellos habían adoptado el método de Arthur White, que era, en esencia, aplicar tácticas dilatorias y tanta presión y lenguaje de doble sentido como fuera posible.

Olson se dedicó a hacer una campaña verbal en un máximo esfuerzo por suavizar el impacto que mis hallazgos estaban comenzando a tener, porque ya personas de varias regiones de Norte América estaban solicitando la evidencia encontrada durante mis investigaciones. En una presentación que hizo Olson una tarde de enero de 1979 en la Universidad de Loma Linda en California, alguien en el auditorio preguntó acerca de los préstamos, por parte de Ellen White, de fuentes publicadas. La respuesta de Olson fue en el sentido de que nada de eso era verdad, que todos sus escritos eran de ella. Luego, añadió que había algún ministro en California del Sur haciendo olas con alegatos acerca de que ella había tomado material prestado para su libro clave The Desire of Ages, pero que ninguno de esos rumores era cierto.

Decir que me quedé estupefacto después de la reunión es poco. En ese mismo momento, en mi archivo ya tenía varias cartas de ese mismo Olson animándome a continuar enviándole mis comparaciones entre Ellen White y sus contemporáneos. Además, había hablado conmigo personalmente cuando estuvo en California hacía sólo poco tiempo, y me había arrancado la promesa de que no publicaría ningún informe sobre mi trabajo sino hasta que él y el personal directivo del White Estate hubieran tenido tiempo adicional para examinar el material. Yo había accedido a su solicitud, y el hecho del acuerdo había sido registrado en el memorándum interno que él escribió después y que yo tenía en mis archivos.

Así que ahora yo sabía que Robert Olson, o tenía muy mala memoria, o estaba diciendo una mentira blanca. En cualquier caso, era obvio que los del White Estate sabían mucho más de lo que decían.

Los archivos del White Estate se habían referido a un libro escrito por William Hanna, llamado The Life of Christ.  6. Antes de veinticuatro horas después de la reunión de Loma Linda, ya yo había obtenido una copia del libro de Hanna. Desde ese momento en adelante, he aprendido más de lo que jamás quise saber.

Spectrum, un diario publicado independientemente por la Association of Adventist Forums, hizo un relato de los antecedentes de una reunión de comité de Enero de 1980 en Glendale, California. Esta reunión había sido convocada por Neal C. Wilson, presidente de la Conferencia General, a mis instancias de que se considerara el alcance de los hallazgos en relación con la deuda literaria de Ellen White. Dieciocho de los representantes de la iglesia nombrados declararon que lo que mostraba mi investigación era de proporciones alarmantes, pero que el estudio debería continuar con ayuda adicional.  7.

De manera similar, Spectrum informó más tarde de mi expulsión de la iglesia  8 (después de treinta y seis años de servicios) principalmente a causa del revelador artículo iniciado y escrito por el editor religioso John Dart y publicado en Los Angeles Times. 9. Ni uno sólo de los oficiales que me expulsaron había hablado nunca con Dart. Ni uno sólo había visto la investigación en la que se basaba el artículo. El centro mismo de la disputa no era importante para los oficiales de la iglesia. Sólo era necesario que alguien fuera castigado para que otros permanecieran alineados y para que tanto Ellen White como la Iglesia Adventista del Séptimo Día pudieran aparecer inocentes de cualquier delito.

En vista de lo que he observado, experimentado, y aprendido, me ha parecido correcto y necesario registrar para las generaciones futuras los hallazgos de mi estudio actual. Estas generaciones venideras querrán saber la verdad acerca de lo que se ha desenterrado del pasado. Será parte de lo que tendrán en cuenta en su experiencia religiosa y en sus juicios.

A pesar de muchos y buenos consejos en contrario, he elegido el título THE WHITE LIE  para mi libro. No aplico el término por separado y solamente a Ellen G. White. Cuando nosotros (cualquiera de nosotros) damos nuestro consentimiento o apoyo para perpetuar un mito (en todo o en parte) acerca de cualquier persona o cosa, nosotros mismos somos, por lo tanto, parte de una mentira blanca. El mensaje de este libro es el de ayudar a revelarnos a todos nosotros que a menudo sostenemos una leyenda.

Las peores mentiras que se dicen son a menudo las que se dicen en religión, porque se dicen de tal manera que se supone que Dios las respalda y que, por lo tanto, son para nuestro bien. Que ese bien puede convertirse - y se convierte - en perjudicial, erróneo, y hasta malvado no se les ocurre generalmente a las personas celosas que promueven leyendas en el nombre de Dios.

En este estudio me he propuesto tratar, no sólo los hechos como los he encontrado, sino también cómo han operado en la iglesia y en nosotros personalmente, cómo he observado esa operación. También, espero dejar una lección o dos para aquéllos que puedan estar buscando esas lecciones.

Quedan por llevar a cabo muchos estudios sobre la cuestión de por qué algunos de nosotros aceptamos tantas cosas de quienquiera que sea que las aceptamos. ¿Qué cosa en lo profundo de nosotros es explotada para hacernos reaccionar, sin hacer preguntas, a información que no es digna de confianza, de manera que la aceptamos como "verdad" y le permitimos que gobierne nuestros pensamientos y nuestras vidas?

En esta etapa de mis pensamientos, si queda alguna culpa por evaluar o asignar, debo aceptar mucho de ella por haber sido tan ingenuo, sin un adecuado estudio o investigación de mi parte, como para asentir a mucho de lo que originalmente se me presentó como "la verdad" pero que, en realidad, contiene mucha falsedad que nos aleja de lo que debería preocuparnos prioritariamente. Lo que más lamento es que el tiempo no me permita corregir parte de la información errada que yo mismo, sin darme cuenta, acepté  y transmití a otros como una mentira blanca.

Toda institución, toda entidad corporativa, todo sistema establecido - ya sea político, económico, social, o religioso - debe tener su santo patrono. Ese santo puede ser un fundador, un benefactor, un dirigente carismático, o una figura mística que ha estado muerta por largo tiempo. Sin importar su categoría o el tiempo que haya durado su existencia, el patrono es venerado, aunque haya sido un vampiro; es canonizado, aunque haya sido un artista de la estafa; se le otorga la santidad, aunque haya sido un conocido pecador.

Hay algo en la mente humana que busca crear lo irreal - imaginar o suponer que algo es así, aunque toda la lógica le diga que no es así. De lo que es imposible ver, decimos que es una visión; lo que es falible, lo consideramos perfecto; a lo que es ilusorio, le concedemos autoridad. Muchos estudios se han efectuado para tratar de averiguar por qué queremos creer, y de hecho creemos, "una mentira permisible." Para mi propósito aquí, es suficiente decir que lo hacemos - y parece que tenemos que hacerlo. Porque, si rechazamos la fantasía que ahora sostenemos, probablemente encontraremos o inventaremos otra en nuestro esfuerzo para evitar enfrentarnos a la realidad.

Los vendedores de panaceas para fantaseadores (los que tienden a asombrarse de manifestaciones psíquicas) son los supervendedores de lo psíquico. Son los que manipulan, maniobran, y dan masajes a la conciencia de aquéllos a los que desean convencer. En todos los tiempos y en todos los lugares, han sido los magos los que han conducido al populacho a creer que el emperador realmente estaba vestido con lo invisible, y que los que los escuchan y vienen a ellos a pedir consejo y guía (por los cuales deben pagar debidamente, por supuesto) estarán entre los pocos que realmente ven lo que no está allí.

El elemento que es esencial, sin excepción, para cualquier juego de estafa es la mentira. Por supuesto, es una mentira blanca, una cosita que se desvía un poquito de la verdad, una y otra vez, hasta que, con el correr del tiempo y en las circunstancias adecuadas, se expande hasta convertirse en un gigantesco fraude.

Las técnicas de los supervendedores son pocas, pero absolutamente esenciales. Consisten en restar importancia a la humanidad de aquél que ha de ser venerado; exaltar las virtudes del venerado hasta el nivel de lo milagroso; negar acceso a las fuentes confiables de registros y hechos del pasado significativo; apelar a la inclinación a lo supersticioso (o por lo menos crédulo); y ganar tiempo.

Una edición del diccionario de Webster dice que una mentira blanca es una mentira de poca monta pronunciada por razones de cortesía, amabilidad, o perdonabilidad; una mentirijilla cortés o inofensiva.

El hecho de que Ellen White tomó material prestado o lo plagió ha sido documentado y admitido por reconocidos representantes de la Iglesia Adventista del Séptimo Día a través de los años. Pero la información que revela el alcance de su dependencia literaria fue deliberadamente ocultada a los miembros laicos hasta que investigadores independientes comenzaron a hacer públicos los hechos. Así, a causa de estos descubrimientos, surgen nuevos problemas que no han sido enfrentados todavía por el pueblo Adventista o sus actuales dirigentes. Por ejemplo:

1. ¿Por qué cambió Ellen a absolutas la mayoría de las especulaciones y suposiciones, si no todas, de los autores copiados de manera que lo copiado hace ver que ella estaba siempre en la escena de la acción en alguna forma "visionaria", cuando obviamente no lo estaba?

2. ¿Cómo satisfacen los criterios establecidos para la inspiración los pies de página y los textos bíblicos que ella copió de otros como relleno?

3. ¿Cómo encajan en la ética de su tiempo o del nuestro el abuso y el mal uso de material ajeno a gran escala?

4. Por cuanto lo extenso del material copiado asegura que era humanamente imposible que Ellen lo hiciera ella misma, ¿quién entre sus ayudantes se lleva el crédito por su "inspiración"?

5. ¿Con la autoridad de quién estamos tratando ahora?

Reconocemos que, desde el comienzo del movimiento de 1844, mucha gente ha considerado a Ellen White como la principal autoridad del Adventismo. Esta gente debe ahora encontrar lugar para hacer ajustes en su modo de pensar (y muchos en su modo de vivir) a un nivel diferente del del pasado. Esto podría ser muy angustioso. Ya sea que la situación en que la iglesia se encuentra ahora encaje o no en nuestra definición de una mentira blanca, y ya sea que la mentirilla sea o no inofensiva para los valores personales de uno mismo, su manera de pensar, y su experiencia de la vida, cada persona tendrá que juzgar por sí misma.

Es posible entender un poquito cómo la gente llega a donde está sólo si uno mira dónde ha estado, qué clase de vendedores le vendieron el viaje, y qué la motivó a ir. No es posible considerar todos estos aspectos en un solo bloque. Pero tocaremos las circunstancias que hacen a un "verdadero creyente," qué clase de supervendedores han vendido la mercancía, y lo que les sucede a los que compran.

Libros como The Status Seekers, The Permissible Lie, y The True Believer, insinúan que hay una conexión entre todas las disciplinas - la económica, la social, y la religiosa. En todas estas disciplinas, los vendedores venden su producto usando una mentira blanca. Aunque los vendedores de ideas sociales y económicas aseguran estar interesados en el presente de usted, en realidad están más interesados en el futuro de ellos. Los vendedores de lo psíquico afirman estar interesados en el futuro de usted, pero en realidad están interesados en el presente de ellos. Todos los mercachifles venden la mentira blanca en cualquier tamaño o forma que creen que el público compraría. Los Adventistas conocen y aceptan estos hechos de la vida acerca de los sistemas ajenos; pero creen que su propio sistema es "diferente" y, por lo tanto, mejor. Muy pocos estudios se han ofrecido para probar o refutar las creencias de ellos.

La mayoría de la gente acepta el hecho de que quedan pocos, si es que quedan, hombres santos que vendan mercancía sobre reformas económicas o políticas. Lo que es más difícil que la gente reconozca o acepte es que, de manera similar, hay pocos santos en religión, si es que los hay. No hay santos ni santas, excepto los que nosotros hacemos por medio de nuestras propias ilusiones. Porque tenemos siempre con nosotros este factor de pretensión, es fácil para los supervendedores de religión obtener el control a través de nuestras propias peculiaridades y conciencias, para ejercer autoridad sobre nuestras mentes y acciones. Ha habido muchos en este planeta que se han vendido a sí mismos al mundo, ofreciendo salvación para el futuro - cuando en realidad no eran sino supervendedores que nos habían robado nuestra libertad de pensamiento infundiéndonos un sentimiento de culpa y temor e inclinando a sus seguidores a su propia voluntad.

Mientras usted lee, tenga presente que alguien le vendió la idea de que lo que usted cree en lo profundo de usted mismo es "único" y tiene la autoridad de Dios, la más alta corte de apelación; que usted es "diferente"a causa de esta autoridad; y que usted se "salvará" si sigue las reglas. El problema con este tren de pensamiento es que su verdad puede ser sólo la interpretación de la verdad de su santo, y los pronunciamientos que usted ha aceptado como autoridad pueden ser ideas que su santo tomó prestadas de otros.

Esto, creo, es lo que este estudio mostrará en relación con Ellen G. White. Y si la misma cantidad de información estuviera disponible sobre los santos de otros grupos, sería también cierta acerca de ellos. Por qué todavía queremos creer lo que hemos llegado a creer es de lo que trata la mentira blanca.

En esta odisea que emprenderemos juntos, los supervendedores serán los clérigos, los predicadores, los reverendos, los teólogos - a quienes, más que a cualesquiera profesionales, se les ha concedido licencia (tanto por la gente misma como por el estado) para vender su mercancía a los incautos, proyectar sus temores sobre los temerosos, y vender su sentimiento de culpa a los que sienten remordimientos.

El santo patrono será Ellen Gould White, la canonizada dirigente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día - que simboliza a todos los santos de cualesquiera fes, y a través de la cual los adherentes se aproximan a su concepto de Dios y tratan de conseguir la inobtenible salvación ya sea aplacando a su santa o aplacando a Dios por medio de esa santa.

Los verdaderos creyentes serán los incautos, los temerosos, los que tienen complejo de culpa, los excesivamente celosos, los bien intencionados, los que no preguntan. Careciendo de confianza personal en Dios, la buscan por medio de su santo elegido, que ellos creen tiene comunicación directa con los lugares celestiales.

Por cuanto el cuerpo del material presentado tiene que ver con la "apropiación literaria de obras ajenas," yo también he copiado de todo el mundo. Sin ningún sentido de vergüenza, he usado material que ha sido birlado, tomado prestado, o de alguna manera tomado abiertamente de cualesquiera fuentes disponibles o que se haya considerado necesario usar como evidencia y para mayor claridad.

Con gusto daría crédito a todos los que, por cualesquiera métodos y de cualesquiera fuentes, me trajeron material para que yo lo usara, de manera que los lectores pudieran ver la evidencia por sí mismos y conocieran la naturaleza y la extensión de la mentira blanca Adventista. Pero, por la naturaleza del tema y las presiones administrativas y de nuestros iguales tanto sobre la posición como sobre la persona, aquéllos con quienes estoy en deuda no pueden ser nombrados.

Este libro intenta remontarse al nacimiento, crecimiento, y pleno florecimiento de la mentira blanca en el Adventismo. No puedo explicar todos los hilos que nos atan, como a Gulliver, en nuestro viaje, porque hasta ahora se ha negado acceso a muchas fuentes de los hechos. El libro sólo puede apuntar al lector a ciertas fuentes, de manera que pueda ver por sí mismo lo que hay que ver.

No estoy tratando de señalar a los que, teniendo ojos, no ven, ni gritarles a los que, teniendo oídos, no desean oír. Pero, porque alguien tiene una obligación con las generaciones que vendrán después, este material se publica para encender una velita en un mundo de superstición, temor, y culpa. Puede ser que la llama, aunque pequeña, ayude a iluminar el camino hacia el verdadero Santo de todos los santos - Cristo Jesús.

El autor, Walter Rea

Referencias y Notas

1.  El Ellen G. White Estate es la agencia que custodia los escritos, la correspondencia, los registros, los sermones, los recortes, la colección personal de libros, los recuerdos, y los materiales misceláneos dejados en fideicomiso por la Sra. White a su muerte en 1915. El Estate es administrado por la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día en la oficina central mundial de Washington, D. C.

2.  El libro similar al libro de Ellen White Sketches from the Life of  Paul [Bosquejos de la Vida de Pablo] es The Life and Epistles of the Apostle Paul [Vida y Espístolas del Apóstol Pablo].Fue escrito por William J. Conybeare y John S. Howson, y se publicó primero en Londres (1851-1852) y más tarde en New York. El Sketches de la Sra. White nunca se reimprimió después de haber aparecido en 1883, hasta que la Review and Herald Publishing Association hizo una reproducción en facsímil en 1974.

3.  Alfred Edersheim, Elisha the Prophet (London: The Religious Tract Society, 1882). Era la "nueva edición revisada" de Edersheim la que estaba en la biblioteca de Ellen White.

4.  The Bible History: Old Testament, de Edersheim, se publicó primero como un juego de siete tomos (1876-1887). Wm. B. Eerdman´s Publishing Company reimprimió la edición de 1890 en dos tomos ("completos e íntegros") en 1949.

5.  Alfred Edersheim, The Life and Times of Jesus the Messiah, 5 libros. (London: Longmans, Green, and Co., 1883; New York: E. R. Herrick, 1883).

6.  William Hanna, The Life of Christ (New York: The American Tract Society, n.d. (pref. 1863). Este libro se publicó primero en seis tomos separados como The Life of Our Lord, que es el título listado por el EGW Estate, Archivo de Documento 884, en la biblioteca de Ellen White.

7.  Douglas Hackleman, "GC Committee Studies Ellen White´s Sources," Spectrum 10, no. 4 (Marzo 1980): 9-15.

8.  Eric Anderson, et al., "Must the Crisis Continue?" Spectrum 11, no. 3 (Febrero 1981); 44-52.

9.  John Dart, "Plagiarism Found in Prophet Books," Los Angeles Times (23 Octubre 1980), p. 1.

10.  Vance Packard, The Status Seekers (New York: Simon and Schuster, Pocket Books, 1961). Samm Sinclair Baker, The Permissible Lie (Boston: Beacon Press, 1968). Eric Hoffer, The True Believer (New York: Harper & Row, Publishers, Perennial Library, 1951).


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